Salmo XIII



CLAMOR CONFIADO

Me olvidaste, Señor, me abandonaste,
lejos de tus bondades infinitas;
en la tribu feliz de los gaditas,
allí, me acomodé y me acomodaste.

Y, empero, la tristeza, día y noche,
noche y día, alejado de tu Faz,
destrozaba mi paz,
y hoy humilde convierto en el reproche
de comprender que sé que eres capaz.

Derrota al fin, Señor, a mi enemigo,
que no celebre ufano su victoria,
que mi amigo es tu Gloria
y quien busca vencerme el propio ombligo.

Aléjame, Yahvé, de la tristeza,
sé tú mi fortaleza,
que en ti sólo desee
abrazar el Amor
que tú expandes, Señor,
y que ante mi rival no titubee.

¡Vaya a ti mi saeta y mi cuplé,
aunque los distorsione la falacia
de aquel que se divorcia de tu Gracia
y se enamora de una falsa fe!

¡Goce el títere breve en su acrobacia!
¡Báñese el Tío Gilito en su parné!
¡Presuma el charlatán de democracia,
que clero, ejército y aristocracia
la limita y define en su abecé!

¡En ellos no hay verdad!
¡Sólo hay felices curas
en el credo inmortal de tus Alturas!
¡Salud y Libertad!

Jesús María Bustelo Acevedo

Salmo IV



ORACIÓN VESPERTINA

Señor de las Alturas, escucha mi oración,
Tú que en mis laberintos me señalas la puerta
que Tu Verdad mantiene perennemente abierta,
pues eres la esperanza que alberga el corazón.

Vosotros, que en las mentes dementes os perdisteis,
presos de vanidades y de comparaciones,
buscando el Cielo Eterno en vanas ilusiones
y en vuestra propia búsqueda ignorarlo elegisteis,

¡Dejad tanta pamplina,
no pequéis y temblad
ante la Omnipotencia y ante la Voluntad
de Aquel que siempre escucha mi oración vespertina!

Sabed que en vuestros sueños os visita la Musa
que inspira los senderos
que trascienden la ilusa
voluntad de mundanos ídolos embusteros.

¡Confiad en Yahvé,
que ya tiene la llave,
y lo siente y lo sabe
quien abraza la Fe!

Esa Fe que desvela del Enigma la clave...
La Fe que nos informa de que Yahvé... ¡ya ve!

Que es el Dios de la Luz, la Paz y la Alegría,
el Dios de los que viven,
y no el dios de los muertos
y los que se desviven
porque los sacrifica su propia idolatría,
¡que el que se sabe eterno
ni concibe el infierno
ni se desviviría!

¡Yahvé! ¡Sólo en ti encuentro la Palabra bendita,
y en mi corazón manso
gozoso en el descanso
Tu Verdad Infinita!

Jesús María Bustelo Acevedo

Salmo III



CLAMOR DEL JUSTO PERSEGUIDO

¡Cuán numerosos son mis adversarios!
¡Cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que me juzgan y condenan!
¡Cuántos los que al infierno me encadenan
sólo porque el infierno ven en sí!

¡Mancha de julandrones!
¡Te miran de reojo,
ven la paja en tu ojo
y no ven la maldá en sus corazones!

Sin embargo, no dudo
que Yahvé es mi escudo,
la Fe en mi corazón que me da lumbre
y me eleva a su cumbre,
donde nunca jamás acceder pudo
la perversa y mundana podredumbre.

¡Tú sabes perdonar nuestros deslices,
puesto que eternamente nos bendices!

Jesús María Bustelo Acevedo

Salmo II



¡VIVA EL REY!

¿Qué pasa, ¡viva la Pepa!,
en todas esas naciones,
con tanto cínico y trepa
y tantas murmuraciones,
ignorando, los bribones,
que los latidos del tiempo
hacen que todo se sepa?
¿Qué acontece a esas naciones
que mascullan planes vanos
por dogma y por pasatiempo?
¿Y qué a esos reyes mundanos
que erigen muros y vallas
(¡¿pero por qué no te callas?!)
y traman conspiraciones
contra Yahvé? ¡Soberanos
que han convertido a la Tierra
en la guerra
y el dolor
que en su furor
los entierra!

Al Rey cierto,
que es del vivo y no del muerto,
no le afecta en las Alturas
sus locuras.
Y a Su Hijo,
vencedor del crucifijo,
íntegro, sin esos curas
que en una siniestra broma
han heredado de Roma
las perversiones impuras,
convertiré en ese Rey
que resucite la Ley
del Amor y del Camino,
de la Vida y la Verdad,
y no existe humanidad,
obcecada por su ciencia
o embriagada por el vino,
que se oponga,
se ponga como se ponga,
a Su Santa Providencia.

Jesús María Bustelo Acevedo

Salmo I



LOS DOS CAMINOS

Dichoso aquel que no sigue
la senda de los impíos,
el pecado no persigue
y no hay nada que lo ligue
a cínicos albedríos.

Dichoso el que se complace
en la Verdad del Amor,
que es la pureza interior
y eterna en que se nos hace
a imagen del Creador.

Dichoso aquel hombre manso
que la Ley de Dios susurra,
cuando en el mercado curra
o cuando encuentra descanso.

Él es el árbol fecundo
plantado firme delante
del noble río abundante
lejos del ruidoso mundo.

Y allá pleno, bardo y verde,
no le abrasará el juicio
de aquel que, preso del vicio,
entre pecados se pierde...

¡Él, que es justo
igual que el fértil arbusto,
va ligero de equipaje
por amor, por fe, por gusto,
y así nunca
jamás se seca o se trunca
ni se amustia su follaje!

Jesús María Bustelo Acevedo

Camino de Santiago




Fotografías del Camino de Santiago (Camino Francés, Camino del Salvador y Camino Primitivo).

Canciones:

Tú (que vives en tu iglú)
Todos somos Traductores como Mourinho
Nana de los Angelitos
Todos somos Elegidos
Ik ben een Amsterdammer
Nací en el Meditatlántico
Cristo del Mayor Dolor
Tú (eres la mujer con que soñé toda la vida)

Jesús María Bustelo Acevedo