CLAMOR DEL JUSTO PERSEGUIDO
¡Cuán numerosos son mis adversarios!
¡Cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que me juzgan y condenan!
¡Cuántos los que al infierno me encadenan
sólo porque el infierno ven en sí!
¡Mancha de julandrones!
¡Te miran de reojo,
ven la paja en tu ojo
y no ven la maldá en sus corazones!
Sin embargo, no dudo
que Yahvé es mi escudo,
la Fe en mi corazón que me da lumbre
y me eleva a su cumbre,
donde nunca jamás acceder pudo
la perversa y mundana podredumbre.
¡Tú sabes perdonar nuestros deslices,
puesto que eternamente nos bendices!
Jesús María Bustelo Acevedo
¡Cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que me juzgan y condenan!
¡Cuántos los que al infierno me encadenan
sólo porque el infierno ven en sí!
¡Mancha de julandrones!
¡Te miran de reojo,
ven la paja en tu ojo
y no ven la maldá en sus corazones!
Sin embargo, no dudo
que Yahvé es mi escudo,
la Fe en mi corazón que me da lumbre
y me eleva a su cumbre,
donde nunca jamás acceder pudo
la perversa y mundana podredumbre.
¡Tú sabes perdonar nuestros deslices,
puesto que eternamente nos bendices!
Jesús María Bustelo Acevedo
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