Salmo IV



ORACIÓN VESPERTINA

Señor de las Alturas, escucha mi oración,
Tú que en mis laberintos me señalas la puerta
que Tu Verdad mantiene perennemente abierta,
pues eres la esperanza que alberga el corazón.

Vosotros, que en las mentes dementes os perdisteis,
presos de vanidades y de comparaciones,
buscando el Cielo Eterno en vanas ilusiones
y en vuestra propia búsqueda ignorarlo elegisteis,

¡Dejad tanta pamplina,
no pequéis y temblad
ante la Omnipotencia y ante la Voluntad
de Aquel que siempre escucha mi oración vespertina!

Sabed que en vuestros sueños os visita la Musa
que inspira los senderos
que trascienden la ilusa
voluntad de mundanos ídolos embusteros.

¡Confiad en Yahvé,
que ya tiene la llave,
y lo siente y lo sabe
quien abraza la Fe!

Esa Fe que desvela del Enigma la clave...
La Fe que nos informa de que Yahvé... ¡ya ve!

Que es el Dios de la Luz, la Paz y la Alegría,
el Dios de los que viven,
y no el dios de los muertos
y los que se desviven
porque los sacrifica su propia idolatría,
¡que el que se sabe eterno
ni concibe el infierno
ni se desviviría!

¡Yahvé! ¡Sólo en ti encuentro la Palabra bendita,
y en mi corazón manso
gozoso en el descanso
Tu Verdad Infinita!

Jesús María Bustelo Acevedo

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