Salmo II



¡VIVA EL REY!

¿Qué pasa, ¡viva la Pepa!,
en todas esas naciones,
con tanto cínico y trepa
y tantas murmuraciones,
ignorando, los bribones,
que los latidos del tiempo
hacen que todo se sepa?
¿Qué acontece a esas naciones
que mascullan planes vanos
por dogma y por pasatiempo?
¿Y qué a esos reyes mundanos
que erigen muros y vallas
(¡¿pero por qué no te callas?!)
y traman conspiraciones
contra Yahvé? ¡Soberanos
que han convertido a la Tierra
en la guerra
y el dolor
que en su furor
los entierra!

Al Rey cierto,
que es del vivo y no del muerto,
no le afecta en las Alturas
sus locuras.
Y a Su Hijo,
vencedor del crucifijo,
íntegro, sin esos curas
que en una siniestra broma
han heredado de Roma
las perversiones impuras,
convertiré en ese Rey
que resucite la Ley
del Amor y del Camino,
de la Vida y la Verdad,
y no existe humanidad,
obcecada por su ciencia
o embriagada por el vino,
que se oponga,
se ponga como se ponga,
a Su Santa Providencia.

Jesús María Bustelo Acevedo

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